El Ayuntamiento digitaliza y estudia los libros de fábrica de los siglos XVI-XVIII de la Iglesia de San Miguel conservados en el Archivo Histórico Diocesano para completar el trabajo de recuperación de sus restos arqueológicos
El concejal de Cultura, José Manuel Higueras, ha presentado junto al Deán de la
Catedral, Francisco Juan Martínez Rojas, el trabajo de digitalización y estudio de dos
libros de fábrica de la Iglesia de San Miguel y que abarcan el estado de cuentas
entre los siglos XVI al XVIII sobre este templo sobre el que el Ayuntamiento de Jaén
está realizando una intervención para la recuperación y puesta en valor de sus
restos arqueológicos con 1,5 millones de euros procedentes de fondos europeos
DUSI a través de Feder y cofinanciación municipal.
Higueras ha destacado la importancia de estos documentos conservados en
el Archivo Histórico Diocesano de la Catedral “por contener información precisa y
minuciosa sobre la cotidianidad y economía de la iglesia de San Miguel que también
permiten aportar información provechosa para el proyecto de adecuación de este
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templo como ruina arqueológica”. Así ha señalado que entre los datos encontrados
“se recoge la realización de pagos a los maestros albañiles, canteros, carpinteros o
pintores, que hayan realizado algún tipo de obra o reparo en la iglesia, lo que
permite reconstruir la historia arquitectónica del edificio”. Por ello ha agradecido la
labor de digitalización realizada por los responsables del Archivo Histórico Municipal
de cara a su estudio e interpretación, así como la colaboración del Archivo Histórico
Diocesano a la hora de facilitar los originales.
“Para nosotros es una alegría poder ahondar en un lugar olvidado, que
parecía sentenciado y que poco a poco vamos descubriendo desenvolviendo la
historia de esta parroquia que es también la historia de la ciudad de Jaén”, ha
subrayado Higueras, quien ha agradecido la colaboración desde “el máximo respeto”
del Archivo Histórico Diocesano, así como de los archiveros municipales encargados
de la digitalización de estos dos libros para su posterior transcripción e
interpretación. Éstos han sido Miguel Félix Gómez, Alejandro Romero y Juan
Cuevas, este último jefe del servicio del Archivo del Ayuntamiento.
Higueras ha valorado el estudio de estos dos libros “donde se ven las cuentas
de la Iglesia, qué se paga y a quién”, y que entre otras informaciones arrojadas
certifica la autoría de su portada, hoy día en el Museo Provincial y atribuida en un
principio a Andrés de Vandelvira, en la figura de los canteros Cristóbal del Castillo y
Juan Villar.
También el Deán de la Catedral, Francisco Juan Martínez Rojas, ha
mostrado su interés “porque este trabajo de documentación y digitalización se esté
complementando mutuamente con el de las excavaciones para recuperar un espacio
como la Iglesia de San Miguel y permitir así reconstruir una parte importante de la
historia de la ciudad de Jaén y que seguro que aún nos puede deparar sorpresas
agradables”.
Tras un primer diagnóstico sobre la documentación relativa a la Iglesia de San
Miguel conservada en dos libros localizados en el Archivo Histórico Diocesano, se
encargó a los trabajadores del Negociado de Archivo Histórico Municipal un estudio
más completo y detallado sobre los mismos. El procedimiento ha constado de dos
fases, una primera de digitalización y otra segunda de estudio y transcripción. Tras
ello, se ha procedido a iniciar un estudio y análisis de ambos libros, en sus aspectos
tanto externos (estado material y de conservación) como internos (contenido y
estructura).
Una vez analizada la información de estos dos tomos y de sus asientos
correspondientes de ingresos y gastos, uno de los más datos encontrados más
interesantes hace referencia a la realización de pagos a los maestros albañiles,
canteros, carpinteros o pintores, que hayan realizado algún tipo de obra o reparo en
la iglesia, lo que permite reconstruir la historia arquitectónica del edificio. Entre
algunos ejemplos, el pago en el año 1561 a Cristóbal del Castillo y Juan Villar,
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maestros canteros, de 7.090 maravedís, en cuenta por sus trabajos en la portada de
la iglesia; el pago de 485 reales y 8 maravedís el 7 de enero de 1667, en el gasto del
reparo que se hizo en la torre y tejados de la iglesia por parte de Sebastián de Jódar,
maestro de albañilería, o el pago de 57 reales en el año 1669 por aderezar y pintar
el facistol.
Por último, en otros gastos menores se incluyen diferentes conceptos, por lo
que se procedió a “sentar unos ladrillos en las gradas del altar mayor, velas de sebo
para las noches buenas, aderezar los bancos de la iglesia y los pedestales de los
ciriales y darles color y recorrer los ornamentos, hacer un frontal negro para el altar
de las Animas y una bolsa de corporales de terciopelo morado y encuadernar un
diurno y en un agua para la sacristía y en aderezar un cáliz y una caldera vieja y
otros gastos menores que constaron en su memorial que exhibió certificado del
dicho Prior”.
Además de estos balances contables, como cuerpo principal de los libros, son
también de interés las descripciones pormenorizadas del ritual de las visitas del
Obispo, con todo el protocolo que conllevaban; los mandatos, que permiten conocer
las órdenes superiores que llegaban a la parroquia; los inventarios de bienes y
ornamentos que poseía la iglesia, así como de sus posesiones (casas, huertas,
hazas, viñas, olivares, censos o hipotecas, capellanías, memorias…).
En definitiva, el valor que tienen estos libros de fábrica para reconstruir una
parte importante de la historia de la Iglesia de San Miguel viene determinado por el
estudio de los recursos económicos de la misma, de donde provenían sus ingresos y
como se distribuían los gastos, y todo lo relativo al funcionamiento ordinario de la
misma (celebración del culto, ornamentos, personal o mantenimiento del edificio).
Libros de Carga y Data.- Se conoce como libros de fábrica o libros de cuentas de
fábrica, a los libros donde se anotaban los ingresos y gastos de las iglesias, o lo que
es lo mismo, libros donde se controlaba la contabilidad del templo. Su función y
finalidad era verificar los ingresos o gastos ante las visitas que realizaba el Obispo -o
algún representante suyo-,destinadas a supervisar el estado de los templos,
inventariar sus bienes y, finalmente, fiscalizar sus cuentas. También son conocidos
como Libros de Cargo y Data, pues en ellos se anotan dos partidas fundamentales,
los ingresos -llamados cargos- y los gastos –anotados en los libros como data-. Al
final de cada año económico, se presenta el alcance, es decir, el balance económico
total, responsabilidad del mayordomo, que era el encargado de la economía de las
parroquias. Por tanto, estos libros, contienen información precisa y minuciosa sobre
la cotidianidad y economía de los templos religiosos, en el caso que nos ocupa, de la
iglesia de San Miguel.
Libro I (1554-1594).-Este libro abarca la economía y contabilidad de la iglesia de
San Miguel en la segunda mitad del siglo XVI. Se trata de un libro de tamaño folio
que consta de 200 hojas (400 folios). El soporte es papel, las tintas ferrogálicas, en
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tonos ocres, constándose la intervención de varios escribanos en su ejecución. Se
aprecia con claridad la filigrana o marca de agua consistente en una mano abierta
con los cinco dedos alargados, con una serie de iniciales, cuyo estudio más
detallado podría aportarnos el fabricante del papel. El libro está encuadernado a la
rústica, en pergamino de origen animal, con las cubiertas parcialmente
desaparecidas, en especial la cubierta delantera.
Libro II. (1663-1732).- Recoge los asientos correspondientes a ingresos y gastos
desde el año 1663 y hasta el año 1732. Se trata de un libro tamaño folio que debió
estar encuadernado en pergamino de origen animal, a la rústica, si bien la
encuadernación se encuentra perdida en la actualidad. Consta de 339 hojas (678
folios). El soporte es papel y las tintas ferrogálicas ocres y negras, y por el tipo de
escritura se constata la pluma de diferentes escribanos. Ambos libros son de sumo
interés por la cantidad de datos y referencias que aportan. Una vez realizada la visita
del Obispo o su representante, se tomaban las cuentas al mayordomo de la
parroquia, quien debía justificar tanto los ingresos como los gastos que, anualmente,
la iglesia había tenido. Estos asientos, se dividen en dos: ingresos y gastos.
Los ingresos (cargo) de la parroquia provenían de diferentes conceptos, como
son las rentas que percibían por trigo, cebada, vino o aceite, o la conocida como
renta de minucias, que comprendía el diezmo del ganado y sus productos. Además,
parte importante de los ingresos de la parroquia provenían del arrendamiento de sus
bienes, por ejemplo, en 1731, sabemos que, entre otras, percibía rentas por dos
casas en la calle de San Miguel, una de ellas anexa a la propia iglesia, otra casa en
la calle Quero, otra casa en la calle Puerta de Martos, además de un olivar en el sitio
de la Virgen Blanca, un haza de tierra en el sitio del Molinillo o una huerta en el Pago
de Molina. Igualmente, forman parte de los ingresos las capellanías, memorias, o
limosnas, los censos o hipotecas, o los bautismos y sepulturas
Entre los conceptos de gastos (data) que más se repiten en ambos libros son
los destinados al salario de los trabajadores de la iglesia (sacristán mayor, sacristán
menor, entonador del órgano, organista, mayordomo…). También son contabilizados
como gastos la lavandería de la ropa, la cera para las velas, el vino para las misas,
la leña para hacer las hostias, incienso, agua bendita, ramos, aceite para las
lámparas, cera blanca y amarilla, la renovación del cirio pascual, los pagos del
subsidio, etc.